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Estos son alguno de los testimonios recoletados...

Recuerda, tu voz si importa.


Testimonio 1

Yo empecé a sufrir acoso escolar en primaria y ha continuado así hasta mi edad adulta. He tenido compañeros que se reían de mí, y han llegado a hacerme fotos que subían a las redes sociales y en las que no perdían ocasión de comentar con burlas hacia mi persona.
 
Yo llegué a dejar los estudios como consecuencia de este acoso. Pero tomé la decisión de retomarlos en otro centro, al principio todo iba bien y tenía muchos amigos. Un día mis compañeros de clase empezaron a meterse conmigo y a dejarme solo, en esos momentos llegué a pensar que todo era culpa mía, y decidí, otra vez, abandonar los estudios y encerrarme en casa.
 
El acoso no solo es físico, también es psíquico, aunque no deja marcas físicas te deja otras que no se ven, te provoca ansiedad, miedo e incluso llegar a estar largas temporadas sin salir de casa. Este daño no sólo me lo han hecho a mí, indirectamente han hecho daño a mi familia que no sabían que me pasaba, estaba irritante, ya que a ellos no les contaba nada y tardaron en enterarse de esta situación.
 
En estos momentos he decidido, gracias al apoyo de mi familia, de mi pareja y de la asociación de FEAFES, volver a retomar mis estudios, enfrentarme a mis miedos y conseguir mis objetivos. En esta etapa he coincidido con antiguos compañeros que han seguido con el mismo rol, pero he tomado una decisión, alcanzar mis metas, cumplir mis sueños y superarme.   Para acabar me gustaría decir que: No debemos permitir estas situaciones que, aunque no lo hagamos nosotros, pero si lo vemos y no ayudamos a la persona que lo está sufriendo somos igual de culpables y nos convertimos en cómplices. Así que pido aquí a todos los presentes que sean testigos de cualquier tipo de acoso que lo hagan visible y no lo escondan. Entre todos podemos acabar con esto. Para finalizar me gustaría leeros una frase de Martin Luther King “no me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”.

Testimonio 2


Todo empezó cuando a los seis años, un día, a las tres de la tarde, un niño me cortó con una cuchilla queriendo. A partir de entonces, otro niño me dijo que estaba enferma, ese fue el detonante del acoso escolar. Se metían conmigo, me llamaban fea, cuatro ojos… cuando mis compañeros me invitaban a los cumpleaños me trataban como un objeto de risa, se reían de mi y me dejaban sola, eso sí, los regalos los aceptaban. Me hacían sentir muy mal, triste… no lloraba pero eso se me quedaba dentro y dolía.   Yo, aún así, intentaba integrarme para tener amigos y lo que recibía eran insultos y más acoso escolar (bullying). En los recreos, al estar sola, me lo montaba como podía, cerraba la puerta del baño y cuando no había nadie me ponía a jugar con el papel higiénico, me lo ponía como una cinta en la cabeza y jugaba a ser karateka.   Unos años más adelante, estando ya en el instituto tuve nuevos compañeros, ¿y cuál fue la conclusión?, más acoso. Nada más empezar, sufrí nuevos insultos, otra vez, me llamaban bicho raro, bicho feo, fea, no me dejaban acercarme a ellos…   Ya en cuarto de la E.S.O engordé un poquito y en la clase de hostelería un compañero me llamó foca, a raíz de eso me tiraban gominas, garbanzos, tizas…, al suelo para que me lo comiera.Por todo esto empecé a adelgazar hasta quedarme en 42 kilos. La gente que me quiere me decía que no estaba gorda, sino normalita pero yo me había creído los insultos de mis compañeros.   Lo peor es que lo pagaba con la gente que quiero, porque con la anorexia tenía mal humor, lloraba, no disfrutaba… Lo mejor de todo esto que he vivido es que ahora soy una mejor persona y aprendí a no hacer lo que me habían hecho a mí. Así que si alguna vez se meten con vosotros, por mucho miedo que tengáis, por favor, contadlo. Esto no tiene que ocurrir bajo ningún concepto. Ponte en la piel del otro o al menos intenta entenderle. No hay que brillar pisoteando a los demás.
 

Testimonio 3

 

Me llamaban gorda en el colegio tanto niñas compañeras de clase como algunas profesoras. También en la calle. Recuerdo un día, con seis o siete años, que la profesora me mandó leer un fragmento del libro diciéndome «¡venga, tú, gorda, lee!», Así día tras día.   Crecí sabiendo que era gorda y pensaba que no valía lo mismo que otras niñas porque no querían jugar conmigo. Había chicas de mi colegio, también vecinas del barrio, que me insultaban cuando pasaba por su lado y no me dejaban entrar en ciertas calles de la zona porque era donde ellas jugaban. Una vez, quise subirme a los columpios de metal del patio vecinal, pero el portero salió rápidamente y me dijo que estaba demasiado gorda para montarme y que los iba a romper. Nunca me dejó subirme. En aquella época todo esto lo llamaban “cosas de críos”. Si tienes un hijo al que insultan o pegan ayúdale y apóyale. Si quien lee esto está pasando por una situación de acoso escolar, del tipo que sea, habla y cuenta lo que te ocurre porque hoy sí hay medios para que te ayuden y los padres sí hacen caso.

Testimonio 4

Han pasado más de 15 años desde que me convertí en víctima de acoso escolar. Mi nombre es Rosa María y soy mexicana. Actualmente tengo 31 años y fui víctima de bullying por parte de mis compañeros y profesor. Tenía 14 años y para todos era la época de las burlas, risas, bromas, y de los grupos que se formaban para compartir aficiones, gustos o intereses. Yo era una de las alumnas quizá no más destacadas, pero sí de buenas calificaciones, responsable y respetuosa hacia mis compañeros y profesores. Sin embargo, era insegura, tímida y un poco temerosa, quizá también por la edad que vivía, la etapa de la adolescencia. Recuerdo a algunos de mis profesores con cariño, por ejemplo, mi profesora de español. Pero también recuerdo a algunos con rencor, como al profesor de inglés y al de deportes, sobre todo a este último. No tengo ningún recuerdo agradable de esa época y mucho menos de esas materias. Siempre había pensado que los profesores eran como ‘super héroes’ porque saben muchas cosas, y podían guiarnos y sobre todo en la adolescencia, cuando sufrimos tantos cambios físicos y emocionales, pero en mi caso no fue así. El profesor de deportes fue ‘cruel’ conmigo, me evidenciaba enfrente de todos mis compañeros, me hizo sentir que yo no era buena para ningún deporte. Me sentía humillada, excluida del grupo porque mis compañeros no me integraban en los equipos. Hablaban a mis espaldas, se burlaban de mí y no tuve el valor de decirle a un adulto lo que me ocurría y mucho menos cómo me sentía. Para mis compañeros e incluso para los profesores y padres de familia, las burlas, los golpes físicos, los apodos eran normales. Era una forma de defendernos antes los problemas y de forjar ‘nuestro carácter’ Y me pregunto, ¿en qué momento lo que era normal se convirtió en bullying? O ¿en qué momento el bullying dejó de ser normal?